martes, 1 de diciembre de 2009

damn girl

¿Por qué todo lo bueno es efímero?
Desaparece antes de que ni siquiera percibamos su presencia.



La verdad, es como si me encontrara entre el Sol y la Luna.

Él era mi Sol, el que iluminaba mis largas tardes, el que encendía mi pasión, el que me resguardaba del helador frío de la soledad, el que hacía que me volviera a sentir viva.
Pero, desapareció y de repente me vi inmersa en un eclipse eterno.

Una noche infinita, en la que estaba sola y perdida en una oscuridad desconcertante, una oscuridad que me asusta, una oscuridad que me arrastra con ella y me produce un agotador insomnio durante el cual no dejo de martirizarme y buscar el motivo por el que mi sol huyó para no volver más.

Desaparecido el Sol, aparece la Luna.
Una Luna que me acompaña y consuela, que alumbra tenuemente mi eclipse, que disfruta de mi presencia, aprovechando que mi Sol no va a volver.

Pero, esa Luna no me entiende. No sabe que nunca podrá suplantar al Sol.
Nunca, aunque se esfuerze, podrá alumbrarme con la intensidad con la que lo hacia el Sol.
Nunca conseguirá que ese frio, que siento desde que esa estrella desapareció de mi vida para no volver más, desaparezca.


Porque algunos coches , por más que los arregles, no vuelven nunca a funcionar igual.

2 comentarios:

  1. ¿Y merece la pena vivir recordando a un sol que no sabes si volverá u olvidarlo y encontrar otro?

    Aunque claro, la búsqueda ya hija mía es algo que no podemos controlar ni decidir xD

    Me gustan mucho tus metáforas, escribes genial. Muy literario, como ya te dije jajaja

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